miércoles, 20 de noviembre de 2013

QUIEN MUCHO ABARCA....

No se puede escribir con irregularidad y pretender contar todo. menos yo, que voy dejando una sarta de olvidos por el camino como las migas de pan de Hansel y Gretel y cuando regreso al blog me consigo que los pajaritos que me habitan se comieron trozos de mis encuentros y desencuentros.
Trataré entonces de refrescar mi memoria con esta vista que es preludio de mi cada regreso a casa, cuando pasamos por el Golfo de Cariaco y nos paramos por Espín o La Peña a comer caracoles.
Esta foto es la síntesis de mis últimos dos días, muy divertidos e instructivos en un curso de texturas con John Guerrero @chefbusiness. Hay aquí caviar de papelón, encaje azul de azúcar, frutas liofilizadas, una salsa espesada con xanthana y todos esos ingredientes que siempre me parecieron de terror pero que hoy los veo con ojos divertidos y de excepción.
Es fascinante enteder la química de los alimentos, aprender de temperaturas, de reacciones, de azúcares y almidones y sobre todo aprender que la curiosidad no se si mató al gato pero nos alimenta enormemente el intelecto y el alma.
Me comi una esferificación de yogurt aaaaños después de creada, cuando todos esos cocineros de vanguardia ya están de vuelta, pero cada quien tiene sus tiempos y los míos son a veces lentos y por eso los amo.



jueves, 31 de octubre de 2013

REGRESOS

Mi primera vez fue a los 12. Me acompañó mi padre. Recuerdo que los días previos fueron de emoción. Zapatos y medias nuevas, marrón franciscano. Sombrero con lazo, corbatita azul,  faldas casi por los tobillos, blancas como las camisas. Un vestido de igual color para la misa, en la que coincidíamos judías, católicas, anglicanas y seguramente alguna religión mas.
En el centro comercial cercano al internado, mi padre comía lo mismo que pedía el dueño y yo sanduches de dos pisos y banana split.
Y se fue, y me dejó sola por primera vez.
Me da risa recordar como aborrecí todo lo que ahora me encanta. Las empanadas llenas de curry y picante que vendían en el comedor de la escuela, los frijoles marrones con rabito de cochino, el tarkari de chivo, el ackee con su misterio venenoso, el jerk chicken de los domingos.
El lujo de ese día era torta con helado y el de los sábados papitas fritas picantes con cocacola mientras veíamos en el teatro al aire libre de la escuela alguna película, con tremendo chocolate barsix de postre. Me encantaba el pan de especias con queso de semana santa y quedarme el fin de semana en casa de alguna amiga china. Era gordita y penosa, nostálgica hasta del pastel de berenjenas de mi madre, que hasta ese momento me daba nauseas; en fin, una adolescente que estrenó medias de nylon y camisita de faralaos cuello cerrado y manga larga en ese calorón que era Kingston a fines de los 60.
En mi primera navidad de regreso a casa, mi madre, con crueldad o inteligencia, me recibió con las susodichas berenjenas que durante años traté de escupir a escondidas en las servilletas. Pocos vegetales hay ahora que me gusten tanto. Me reconcilié ese mes con los nacatamales de mi infancia aunque seguí teniendo añoranza por las hallacas que mi papá compraba en el mercado de Guaicaipuro durante todo el año.
Exigí innumerables viajes a Los Teques y El Junquito para comprar golfeados. Logré comerme la gallina rellena del 31, una de las mejores recetas de mi mamá, olvidándo aquella vez que le intentó torcer el pescuezo a una y la gallinita terminó semidegollada en mi columpio. Ese episodio y la vez que emborrachó a un pavo deben contribuir a mi pocas ganas de comer bichos con plumas, exceptuando el pato, que quién sabe por qué razón se salvó de mis fobias infantiles.
Pero hablaba de los regresos.
Cada vez que viajo, el regreso me llena de alegría y de nostalgia y viene envuelto en olores y sabores.
Ya he contado alguna vez que según Jorge, él y mi mamá me compraron en el mercado de Quinta Crespo, y será por eso que para mi no hay viaje sin los mercados, a donde corro en busca de mis socías, de mi cuna, de mis querencias, de mis vidas anteriores y llego a casa pensando en ellos.
En el pequeño mercadito de Vietnam donde desayuné con Rodrigo luego de mas de un año sin vernos. En los días en el mercado de Fremantle ayudandolo a él  y a Azdrubal con su puesto de arepas y cachapas. En Chow Kit, en Kuala Lumpur, mi última visita antes de tomar el vuelo de regreso.
Cuando llegué a Caracas lo primero que hice fui ir al mercado de Chacao. Ahí entre ventorrillos y precios inalcansables me sentí de nuevo en casa, compré los ingredientes para cocinarle las cenitas a los hijos y al marido, pensé en que si somos lo que comemos cada vez seremos menos por la brecha que hay entre el presupuesto del que disponemos y lo que cada cosa vale. Pensé en los productores de cacao de mi zona, en los pescadores de Paria, en las fincas poco productivas, en la fruta que cae y se pierde. Estoy nostálgica del país que nunca hemos sido, abrumada por el trabajo que tenemos por delante, extrañamente confiada de que todo vale la pena. Aquel primer viaje a Jamaica, esa primera vez que me quedé sola, fue de terror. Aún tengo por delante otras Primera Vez, pero sé que no estoy sola... o será que la soledad ya no me espanta.

jueves, 17 de octubre de 2013

Y Australia, en la ciudad mas aislada

Hace unos dias llegue a Perth, la ciudad mas aislada de Australia. Preciosa con sus dos rios y el mar, con la gente a pata pela, libre en su manera de vestir de lucir, ley de por medio, la palabra que vale, mi familia.
Pasaron varios dias desde que escribi estas primeras lineas y ya me voy. Corazon contento, corazón triste por lo que dejo. Admiradisima de mis hijos y su impulso de vida, contenta con sus planes de vida. Feliz del tiempo compartido con mis nietos. Entiendo, creo, perfectamente, su opción de vida distinta que me permitió llevar a los ninos a la biblioteca, al rio, a las clases de música, a criar gallinas , perro, gato, lagartija,  a casa de puertas abiertas. Y yo a 17.ooo kms y 5000 dolares de distancia.
Me reencontre con el compromiso de sus amigos, del puesto de arepas y cachapas en el mercado de Fremantle, con Michael, Azdrubal, Karina, Aquiles, Andrea, Kati, Daniel, Toti, el signo de pais lejano y cercano, la identidad, las busquedas, los encuentros en el sabor.
Un pais de reglas y palabra, insisto. Un desencuentro donde me encuentro con el pais que somos.
No hay manera para dejar en palabras lo que consegui y lo que dejo. A lo que quiero regresar. Me voy cada vez mas llena de lo que hemos sido y de lo que lucho por que sigamos siendo.

domingo, 6 de octubre de 2013

Kuala Lumpur, sin palabras



Cocinar en familia es una de las cosas que mas me gusta en la vida y por eso fui feliz cuando mi hijo Rodrigo me dijo que viajaria desde Australia para ayudarme en la cocina. Trabajamos juntos en el Melia de Hanoi y luego cocinamos juntos los primeros dias en Kuala Lumpur, antes de que regresara a su casa en Perth. No hablemos de este tema de los hijos y las distancia o soy una piscina de mocos.
El Ro juraba que se iba a tomar unas como que vacaciones, que ya no tendria que levantarse tan tan temprano a preparar el desayuno de los ninos. Y el remedio fue peor que... como se dice. Le echamos pichon mas de cataroce, dieciseis ni se ya, horas diarias para cada noche, que en estos lares significa que todo tiene que estar a punto a golpe de cinco de la tarde. En esta foto lo acompana Jason Meson, asi como suena, con nombre de actor de peliculas de la serie B, diria mi amigo Luis Garcia Mora. Jason es el chef ejecutivo del Ecuccino, que es el restaurante del hotel Prince donde me toca cocinar. Un tipo entregadisimo que aprendio a hacer caraotas...el primer dia las puso en bandeja de hielo, pero ya aprendio y debo decir que su relleno de reina pepia es mundial. Las arepas, que las hacemos con una harina espanola marca Goya son otro cuento. Ni las fotografio. Mi hija Fernanda se mataria de la risa. Pero la nostalgia puede casi con todo. Me ha costado explicarles que las caraotas chinas no sirven. Son preciosas, negro lustroso, pero verdes por dentro y mas duras que un hueso. Y luego el tema del paladar...Boon, mi asistente, se horroriza con el juguito de limon en la sopa de pescado y que el tarkari...ya va. como es eso que es con curry y no lleva toneladas de picante? Chefa, sera que se le olvido ponerselo? Y yo me mato de la risa con sus caraotas tipo postre y me ahogo con su curry. Berro, casi me da un ataque el dia que me las hizo y eran eso, un dulce de caraota que ni el oriental del oriente nuestro mas fajao se las comeria. Primero las colo, y cuando le recorde que nada sale sin sofrito, no entendio nada, o si, le hizo el sofrito con azucar, No puedo dejar salir nada de la cocina sin probarlo porque en lo que me doy la vuelta ya quieran echarle chicken powder o cualquier otra cosa de sus potecitos que me juran es lo unico que falta pa' que todo sepa mejor.
Se me acabo el aji dulce y hoy hicimos la salsa de chocolate con chipotle, y que descubrimiento, quedo buenisima y no sabe a mole sino a Venezuela ahumada.
Hoy me comi un postrecito que se llama cucur budak. No se lo que quiere decir cucur, pero budak es rinoceronte. Son unas bolitas hechas con ocumo y fecula de yuca, leche de coco y rellenas de camarones deshidratados y aji. La verdad, no creo que puedan ser un postre pero son riquisimas. Ser'a que me estoy volviendo malasia?
Como me suele suceder, la cama me llama y ya no puedo contarles la experiencia en la Universidad de Berjaya, que tiene la carrera de artes culinarias con un laboratorio de vino que le quitaria el hipo al Belkys Croquer y uno de cafe que dejaria a los baristas entumecidos de la envidia. Solo que quedan dos dias mas de cocina, no me han dado la visa a Australia y estoy estremecida de terror de no poder ver a los nietos. Me escape a Senza y me consenti. Hoy, por fin desde que se fue el Ro, almorce. Y sentada. Con Luisa que ha sido una joya de acompanante, igual que Naty, Manuel, Vanessa, Maria, Mina Erick, todos estos venezolanos patria o muerte. Y yo, debo decirlo, en Kuala Lumpur me siento en casa aunque no haya hecho casi nada de lo que los turistas suelen hacer. Claro, soy cocinera, y lo mio son fogones...y pasillos. Y un agradecimiento sin fin al chef DJ, un polaco gringo de Florida que me llamo cuando ya estaba destruida para que bajara a ver la boda china. Los postres, una leccion de vida. Hay que entender todo con el disco duro en limpio.



Esta ultima foto es de los musicos venezolanos que se presentaron en el auditorio de las torres Petronas, el ensamble de Nelson Gonzalez, junto a Luis, el maraquero, y Angel, el bajista. La gente los amo y otra noche en No Black Tie fueron sensacion total. Es la primera vez que coincido con musicos en un festival fuera y me encanto la experiencia. Talentosisimos estos valencianos que no han tenido tiempo de dormir, casi. Cuando se recuperen del jet lag ya tendran que devolverse pero seguro que, como yo, mas que enriquecidos de la experiencia que es ser la voz, el sabor, de un pais.
Hemos trabajado, trasnochado, hemos sido felices y regalado alegria.
Yo, impresionada por el trabajo de mis colegas, que en el caso de la cocina trabajan muchas veces sin dias libres, haciendo dia tras dia lo mismo.
No se como contar lo que es estar en un festival de este tipo. Complacerse uno su propia vanidad gastronomica, la hechura y sabor de los platos, los anotojos de pais de los comensales, que en el caso de los venezolanos y latinos apuntan a la cocina de casa, a la carnita mechada, a los platanitos fritos, a las empanadas crujientes, las cachapas que sin queso fresco no es lo mismo, a la casa de mama y abuela. A los sabores de la ninez y de la nostalgia. Y uno, tratando de reinventar el queso fresco a punta de feta, mozarela y crema. Debo decir que la receta de Juan Carlos Bruzual, de panadero, con sus golfeados melosos ha sido un hit. Los venezolanos se los comen de a cuatro y me miran con ojos de vaca cuando les digo que lo que no se coma ese dia se bota. Asi, los mesoneros se convierten en complices y me buscan un perolito pa porla y ahi se van los golfeados, cuando quedan, seguros de que tendran un buen destino, una pancita que busca el pais con desespero asi el papelon sea de azucar de palma y no de cagna, y el queso el invento que les conte. Ya saben, nada de acentos en esta compu prestada.
Las fotos de los platos salen preciosas en este blog

http://www.missyblurkit.com/2013/10/venezuelan-gastronomic-feast.html

sábado, 28 de septiembre de 2013

AL NORTE DE LA COCHINCHINA

La Cochinchina existe y queda al sur de Vietnam, frontera con Cambodia, entre los cientos de enrevesados canales del delta del rio Mekong. Asi de lejos estamos, aunque Hanoi queda al norte, y al sur no llegamos, debo aclarar. Sigo sin acentos y la cama sigue siendo un tema, una atraccion fatal.
Pero resistire dos minutos para hablar de la estupenda guia que nos puso a disposicion Celine, la gerente del hotel Melia en esta ciudad que nos tiene cautivados a madre e hijo.
La senora Thi Lang estudio periodismo en Cuba y anos mas tardes trabajo ahi como corresponsal de la Agencia Vietnamita de Prensa. Cuando vivia en La Habana se llamaba Ada, y no Olvido, que seria la traduccion de Lang. Pero como ella misma dice, todo lo recuerda, cosa que nos consta pues la acribillamos a preguntas, todas las contesto,  durante las tres horas que duro el trayecto entre Hanoi y Ha Long Bay, camino que es una contituidad de verdesisimos campos de arroz y pequenas ciudades con estas casas-edificios estrechisimos que imitan en su delgadez al pueblo vietnamita. 
Pronto seran 100 millones, en el puesto onceavo de paises mas habitados del mundo, con derecho a tener dos hijos pero una multa insignificante si no lo cumplen,  1650 kms desde el norte hasta ese sur que los franceses, ocupadores por casi un siglo hasta 1954, bautizaron como le Cochi Chine, es decir, la propia Cochinchina a cuyo norte estamos, repito...es que esta lejania me tiene asombrada.
El cielo estuvo como empolvado gran parte del camino que recorrimos por una pequena carretera con grandes trechos en reparacion o mas bien como que rotas por nuevas instalaciones no se si drenajes, agua o que.
Me abruma mi ignorancia aun sobre esta region del planeta que aunque trate, con acento, es imposible descifrar luego de 16, 18 horas de cocina con una brecha idiomatica importante. Menos mal que en el oficio uno logra, gran parte de las veces, que no todas, hacerse entender.
Ha Long Bay entro en la lista de la ONU para ser reconocido como Patrimonio de la Humanidad. Su belleza es conmovedora, el silencio, pese a la cantidad de barcos turisticos que surcan el lugar. Nos dijo la guia, la senora Olvido, que son unas dos mil islas. Ha Long quiere decir Dragon que desciende y mejor los refiero a la pag. correspondiente de Wikipedia o su fuente favorita para saber mas y mejor. Ya se sabe, es la cama que arrastra.
Entramos a una cueva llena de unos monitos dorados que estan en el libro rojo de Vietnam. Preciosos y amistosos disfrutando de su cueva, lago y penascos. Se alimentan de brotes de hojas y de moluscos que pescan en el agua.
Luego nadamos en el Mar Sur de China, que para los vietnamitas, que arrastraron mil anos de ocupacion China se llama el Mar del Este de Vietnam, y nos dijo el embajdor Rondon que para los Filipinos es SU mar del Oeste. En fin, nos banamos en aguas tibias, menos salaobres que las del oriente venezolano, que disfrute tan intenso.
En el facebook pusimos las fotos del barco. Almorzamos cangrejo, almejas, camarones, pescadito frito, calamares rellenos y unas bolitas de calamar pilado, empanizadas y fritas que fueron mis favoritas. Vinos vietnamitas y licor clandestino de arroz. Luego, a estirarnos como lagartijas al sol pero apenas un ratito porque el calor...
Quisiera escribir mucho mas rato, hablar del espectaculo de las marionetas de agua, de la cocina callejera, del maravilloso almuerzo de hoy en un lugar precioso y de mi entrada... una hoja que rellena con mani, coco rallado finito y tostado, jengibre, echalots, limoncito picado, camarones y salsita. De los rollitos de carne casi transparente rellenos de pera vietnamita, de otra carnita como ahumada metida en un bambucito.
Quisiera hablar del museo etnologico al que fuimos con Iraida, del empe;o que le ha puesto a conocer este pais, de su marivolla calidez.
Quisiera escribir. Pero la verdad es que prefiero pararme temprano, ir a una ultima manana de mercado antes de volar a Malasia.
Extranare este lugar, querre volver.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Ha Noi desde la cocina


Hay barreras, ciertamente, y el idioma es una... pero se diluye rapidito a punto de sabores. Con un dibujito y una sonrisa casiiiiii que se arregla todo. Y si no se compone, pues la alegria de estar con el hijo, Rodrigo en este caso, que viene de Australia a cocinar conmigo, remienda cualquier entuerto.
Ayer me di cuenta que en dos dias, casi tres, solo me entere que llovio por una gotera en la cocina. Algun lugar de China se vino abajo, el mundo se sacudio con la explosion en Nairobi y apenas nos enteramos pues estabamos en esta historia de hacer arepas y cachapas, aguita de sapo y calalu, asado negro y chocolate, tostones y casabitos con reina pepia, todo a lo que uno apela con tal  de traerles la casa a los latinos, porque cuando uno cocina en estas latitudes, mas que venezolano uno cocina para calentarle el alma a Latinoamerica de punta punta, y asi lo sentimos con los salvadorenos, mexicanos, colombianos, nicaraguenses, uruguayos, brasilenos, y hasta decir que los africanos y los propios asiaticos que en nuestros sabores reconocen, quiza sin saberlo, la herencia plural que nos dejaron. Y si,,,hasta los italianos amigos del embajador por estos lares, Jorge Rondon y su esposa Iraida que nos han hecho sentir en casa. Y es que cuando uno esta a 17.000 kms de distancia, para no hablar de los dolares, cualquier gesto nos cercanos rapidito. Agradezco a la vida que mis viajes de cocinera siempre me han hecho encontrar gente que ama su pais incondicionalmente, que muestran lo mejor que somos, que llevan palabras de hermandad y orgullo por lo que cada quien ha vivido.
Entre el jet lag y el paso por Kuala Lumpur para dejar encaminada la presentacion de la 8va Semana de Venezuela en Malasia, la verdad es que llegue a Ha Noi mamada. No hay otra palabra. Rodrigo llego y nos fuimos directo a la cocina pero la tarde nos regalo una pateada de calle fabulosa, cenamos en las mil y una calles del hambre que son esta ciudad de 4 o 5 millones de habitantes donde no hay cola pero si un verdor entre lagos que a uno lo maravilla, aparte del escenario, por el solo hecho de estar tan pero tan lejos y haber llegado.
No se ni que contar. Definitivamente hay un tema con la barrera del idioma. Pese a los anos de presencia francesa, pocas de las personas que hemos encontrado hablan frances y mas bien machucan el ingles. Claro, no fuimos, ni iremos a Saigon, ahora Ho CHi Min, pero si nos escaparemos a Halong Bay, al decir, una de las maravillas naturales del mundo.
Rodrigo quiere comer perrito y yo me acuerdo de los mios y digo nanay nanay. Mono ni de vaina, se me arruga el alma, y rata menos porque las comen tanto que seguro que ya no son de campo sino de canerias, aunque debo decir que en el Melia Hanoi, donde cocinamos, no hay NI UNA mosca. Ni una chiripa visible. Solo humedad y calor.
Las vietnamitas son preciosas y menuditas. Uno se va a comprar una camisita y la talla XXl le queda chica. Pero los panuelos de seda son tan divinos como esta comida de calle delicada, que se hace y se come como a 50 cms del piso, en unos banquitos, encuclillao pues.
Me mato un sanduichito de pan crujiete y algo asi como distintos tipos de pates, pepino y tomatito picado. Los fideos de todo tipo, los rollitos delgadisimos de papel de arroz, el hierbero con lo que se come todo. Y soprende el dulzor. Al menos en Hanoi. Picante y dulce todo.
Luego seguire, la cama llama.

martes, 17 de septiembre de 2013

APENAS UN PICANTICO





Una imagen como esta es la que veo desde la ventana de mi cuarto, en el piso 26 del hotel The Prince en Kuala Lumpur. Es de noche y los primeros pisos, la torre tiene 88, me parecen fantasmagoricos, igualitos que en la foto que tome de Wikipedia. En algun momento gran parte de las luces se apagaran y quedaran como unos luceros titilando...luciernagas, quiebraplata como les decia mi papa.
Un guino de luz que he visto las tres ultimas noches pues el cuerpo aun reclama que le haya volteado el dia y la noche. Pero yo, que vivo en un pueblito enano donde la casa mas alta tiene tres pisos, me siento como en mi casa, como si esa visual fuera mi todos los dias y esta ciudad de tantos contrastes mi cotidianidad suprema.
Afortunadamente aun no comienzo a trabajar. He trajinado poco por la cocina cumpliendo con la parte que a muchos cocineros poco nos gusta pues tiene que ver con largas listas de ingredientes y estimaciones que ni el chef Donald Pezar, a cargo de estas cocinas, ni yo, pudimos hacer anticipadamente. Preparando un par de talleres en universidades, organizando los pasapalos de un agasajo.
Asi que he podido ir a los mercados,  desayunar y cenar en la calle, porque con el perdon de mis colegas, no hay comida que me guste mas en esta region del planeta que la callejera. La ataco sin miedo y con el lamento unico de estar sola pues no puedo pedir la docena de platos que me provocan. Estoy esperando con ansias encontrarme con mi hijo Rodrigo para compartir el trabajo y la mesa, previo pago del peaje que siempre me impone como es ir a los lugares mas bizarros a probar platillos que no forman parte de nuestro repertorio cultural. Como esta vez comenzaremos cocinando en Hanoi ya tengo compromiso de cenar serpiente y rata frita, capullos de gusano de seda, grillos rellenos y quien sabe que mas. Solo perritos me negare a comer. Tengo tres en casa y eso de comerme a sus congeneres es mucho con demasiado.
Ademas, aqui me provoca ser vegetariana todo el tiempo pues los vegetales aunque los cocinen siempre estan crujientes y coloridos y hay taaaanta gente comiendo en la calle que la rotacion es alta y todo se ve muy fresco.
Es una pena que no funcione el wi fi ahorita y no pueda bajar las fotos que tome en Jalan Alor, una calle del hambre  que queda muy cerca del hotel.
Llegue temprano y muerta de hambre y no se que me paso que termine comiendo con los ojos. Carritos llenos de mangos tailandeses, de durian que es una fruta deliciosa y apestosa que la comen con guantes, rambutanes, mangostinos, guanabanas a 40 dolares el kilo, asi como lo leen, pinas, cocos, todo tapadito, empacado, aunque este en plena calle.
En muchos carritos la gente trabaja con tapabocas, y los pinchos, pescados y mariscos estan enhielados. Sera que aprenderemos algun dia. Muy raro esto de escribir sin acentos.
Total que pase por cantidad de comederos chinos, algunos reino absoluto del colesterol con grandes trozos de tocineta, jamones fritos y variedad de chicharrones crujiendo bajo el cielo. Luego me toco una retahila de restaurancitos de cocina propia de Malasia, entreverados con otros de cocina tailandesa que ofrecian una especie de engrudo con carne de ranas como la cosa mas normalita del mundo. Me quede extasiada frente a los cangrejos y a unos camacutos que parecen el papa gigante de los que se consiguen por Clarines.
Pero no se que me paso que termine comiendo una ensaladita de mango verde apenas picante, que todavia me arde en el cielo de la boca y en la lengua. No quiero imaginar que me habria pasado si en vez de decir apenas picante le hubiera dicho al mesonero medio picante.
Pero asi me gusta, que me pique y repique, que me arda, que me revuelque los sentidos y que me rete. Igual que me sucede cuando veo a estas senoras con sus burkas impenetrables sentadas ante un plato de conchitas. No me atrevo a quedarme ahi viendolas y menos aun juzgandolas cuando se  tengan que llevar los jugosos bivalvitos a la boca a traves de las rendijas laterales de sus velos.
Me quedan dos dias y medio antes de salir hacia Hanoi. Ahi si que voy directo a la cocina para mostrar en el Melia de esa ciudad los sabores venezolanos. El 28 me devuelvo a Kuala Lumpur a armar hallacas y carabinas, corbullones y mandocas, a gozar con los vuelve a la vida, las arepas y el graten de cachapas, a poner el chocolate como el plato principal  de cada dia, a vermelas con sopotocientos platos para tratar de complacer le memoria afectiva de los venezolanos y latinoamericanos que por aqui viven.
Ahora me voy a dormir, a ver si se me acostumbra el cuerpo.



Les pongo una foto que baje de la pag. de trip advisor mientras logro bajar las mias.

lunes, 9 de septiembre de 2013

COMERSE A VENEZUELA

Que fue una gozadera pues sí. Un trabajón, también. Un país para seguir descubriendo, no faltaba mas.... y sí. No estaban Arianna Artega y Federico Pisani que fueron los inspiradores de esta historia, el menú de su boda que no podía ser otro que recorrer y comernos juntos a Venezuela, pero Juan y yo felicísimos de reproducirlo porque la vida es así y nos tocó compartirlo con la gente del Club Pomar. Fuco, es decir Federico, estaba regresando de su expedición a los fiordos noruegos y el pocotón de gente que quería oir los cuentos de boca de Valentina y yo muerta de la risa, segura de que tanto aforo, que ni Ari ni Fuco cupieron tuvo mucho que ver con el empeño tan reconocido de Valentina de mostraros que somos un país con tanta historia como gente sabrosa.
Y si. Fuimos totalmente honestos de la mano de Maria Isabel Wilson y su equipo de Pomar, gracias a la ayuda de los panas cocinerísmos como Leandro Mora de Táchira, Karla Herrera de Ciudad Bolívar, Alain Minett de allá mismísmo, de mi Aveito Chevrolet que es tan carritosolidario, de los nuevos panas de Tuquesofresquito, noooo dejen y les cuento, somos un país de queso y por eso la risa de esta foto... si dicen que los latinoamericanos somos de maíz, los venezolanos le sumamos el queso y el plátano y qué tal. Somos dulcesalao y sabrositos y todo lo demás.
Y ya va. me muero de sueño y mañana sigo, o pasado, pero el cuento pendiente. 
En la foto, Goyo, somelier de Pomar, Valentina Quintero, yo, Maria Isabel Wilson, Serenella Rosas, Yamely Gimón (atras), Anastasia Maal, Alfredo Socorro y Juan Sará.



Y ENTONCES DON PEDRO


Uno va a un concurso... y se consigue con Don Pedro. En esto que pareciera un afán de acumular kilómetros-cocina, mi esposo Juan Sará y yo apenas habíamos calentado la camita depués de una semana en Caracas, Barquisimeto y La Puerta cuando salimos hacia Maturín para atender una invitación de la revista Menú, que celebró sus tres años con un concurso de cocina.
Fueron tres días intensos con regalos como volver a ver a Yelitza Acosta, amiga y cocinera, y a su familia; escuchar cantar por primera vez en vivo a Angel Raúl Reyes y su Buena V, conocer a un guerrero como Juan Carlos Luces, foto aquí abajito.
No conozco gran cosa de la música de Juan Carlos, confieso, pero me cautivaron sus historia de vida y de circo, su compromiso cuando habló de los músicos en Venezuela, su alegría contagiosa que a veces contradice un destellín de tristeza antigua que creí ver en sus ojos, las ganas de hacer un trabajo profesional. Adoro que la vida me regale estos momentos, quién sabe si lo veré alguna vez más, si oiré otras historia, si compartiremos una mesa, si celebraré su primer menú musical con @Yelicocinera. Me bastó con compartir una larga espera que me dió esperanzas de país por su gente.
El día del concurso, que fue otra larguísima espera, conocí a Pedro Capaz, de Industrias San Pedro, y se me abrió otra esperanza al escucharlo hablar de siembras, de productos nuevos, del sabor de Camucha, de la continuidad de los proyectos que emprendió su padre, Don Pedro.
Este jueves, cuando viaje a cocinar a Malasia y Vietnam, me llevaré unos potes de su pasta de ají dulce y será diferente a las otras veces que la compré, me pareció excelente, pues ahora sé dónde ellos mismos siembran los ajíes, cómo los seleccionan, todos los intentos que han hecho por preservar su perfume.
Puedo decir además, que Pedro hijo, tan ingeniero, se mantuvo sentado sin que se le arrugara ni el traje durante las ocho horas que duró el concurso...toda una jornada laboral, mientras degustábamos lo que cocinaron los ocho cocineros participantes. Ganó una cocinera de Maracaibo, Egeydis Nuñez,  y de eso les cuento en otra oportunidad.
Aquí les dejo el link de Don Pedro:  www.industriasdonpedro.com.
Sigo hacia atrás y estoy entre Barquisimeto y La Puerta. A Barquismeto fui como ponente a hablar del Cacao nuestro de todos los días. Tuve la dicha de compartir una degustación de Chocolates Franceschi y Ron Solera Centenaria con Omar Hoyer, me declaro desde ya su rendida fan; de asistir a una cena preparada por Omar Pereney y Saul Andrés Valdés, su nuevo partner, ver a la chef Elia Nora Rodríguez, otra guerrera indomable que nos llevó a casa de sus primos que tienen una coral maravillosa, la Martín Díaz Peraza, la cual logró que se nos esfumara el cansancio. Bueno, la coral y un cocuy con jengibre y limón preparado por el primo.
Esto de ir y venir por nuestras carreteras es tan agitado como cocinar para un batallón, pero sin mayores quejas y con la ayuda de unos quesitos de tapara llegamos a La Puerta. Ni chance tuvimos de conocer otra cosa que la cocina de Los Molinos de Amadeo.
Tuvimos el tiempo justo para preparar los caracolitos y ayudar al emplatado de todo el mundo.
Nuestro ojo, Alejandra Quero, dejó constancia en estas fotos:
 los caracolitos de San Antonio del Golfo
 Juan Sará y yo
 Néstor Gutierrez, yo, Juan, Cristian Gómez ALes, Teo Zurita, Richard Sosa y Wilfredo Cáceres
 Juevenal rejuvenecido por la sonrisa de Yaya
Elia Nora Rodríguez y yo en Barquisimeto

Les dejo aquí en enlace con la Coral para que compartan lo que yo disfruté:

http://www.youtube.com/watch?v=s9olu5y3rSU

y antes que se me olvide también un video de Buena-V

http://www.youtube.com/watch?v=Iad9WtbJ-w4

Si buscan en Facebook a muchas manos para muchas bocas gozarán la arepita de topocho con frijol guajirero de Ivette Franchi y Néstor Colina, la pisca con funche de papa de Richard Sosa, la truchita salmonada y colorida de Néstor Gutierrez, la gallinita en leche y la cuajada de ajonjolí de Wilfredo Cáceres, el tiramisú de acema y queso de cabra de Sonia Semidey y los postres celestiales de Teo Zurita.






miércoles, 14 de agosto de 2013

NADIE ES PROFETA

Acabo de llegar de Caracas y ya estoy regresando. Ni modo ese lugar común de que nadie es profeta en su tierra, pero ni ahondar en el tema. Carretera y punto. Felíz de un hermoso encuentro con las Cocinas y Ritualidades que organizó la Fundación Bigott el pasado fin de semana en el Mercado de Chacao, que se ha convertido en un espacio de cocineros y regionalidad.
Comentaba con algunos de mis compañeros, el profesor Rafael Cartay, Daría Hernández, Leonor Peña, Ocarina Castillo, esto de poder hablar de cocina, productores, iniciativas, en el contexto diario, de tradición, ritos y costumbres, cotidianidad y fiesta, es decir, lo que es realmente cocinar y comer dentro del àmbito de un país que poco conocemos y entenderlo, compartirlo, desde la visión de antropólogos, sociólogos, cocineros, hacedores. Fascinada de escuchar sobre las turas, los rituales guajiros, kariñas, sentir la fiesta carnavalesca de El Callao desde la voz de Carlos London, y de las brujas del jour ouvert del Carnaval de Guiria gracias a la generosa participación que José Terius nos permitió al contactarnos cn Cleris de Pérez y su rico mabí o maví.
Deliciosos los cuentos de Cartay, delicioso el picadillo barinés de Antonio Gámez y su rico humor. Las sopas.... el cruzao de costilla y gallina de Nelson Colina e Ivette Franchi que además nos regalaron mandocas y arepitas, nuestras domplinas y calalú aderezados de ron carupanero, el mute de chivo de Juan Alonso Molina, la sopa de frijoles y pescao salado de Luisa Oliveros; las catas de ron Carúpano y Chocolate Franceschi, los golfeados de Petare y los de Juan Carlos Bruzual de IEPAN, además de la alegría del cocuy larense con semeruco y los músicos fantásticos que siempren nos alegran.... Lara y la costa retumbando en el Mercado de Chacao. Cecilia y su dulcería, las historia picantes de Montemayor y tantos otros que no nombro.
Galanga afanada entre tantos artesanos del sabor venezolano. Joanna Vegas que me cantó su salero, Elvira Fernández con su sonrisa de miel. No puedo mas que agradecer este país que me permite seguir soñando otro país màs armónico y mas que enredado...en red.
Me encantó el compromiso de Ileana Matos, Vanessa Rolfini, Rosana Di Turi, Angel Enrique Zambrano, de comunicar lo que somos. Peco por omisión, pero descubrí maravillada la calidez y locura tachirense de Leonor, los afectos retincentes de Daría, los amigos que nos visitan, las empresas que son consecuentes con su compromiso social.

jueves, 1 de agosto de 2013

CARACOLES PARA ELISA MERCEDES


Elisa Mercedes tiene un blog que se llama Lovely recipes. No la conozco aún pero me pidió por esa vía que publicara unas recetas para prepararse unos caracolitos que traje desde Paria y que ella compró en Galanga, en el mercado de Chacao
.
El caracol de la foto se llama Cachimbo, pero antes, era muy conocido el botuto, también sobrenombre de nuestro capitán favorito, Clemente Aliendres, el único con el que nos gusta viajar por las costas parianas, como lo haremos una vez más este agosto.
La extracción indiscriminada lo tiene en riesgo, al caracol, no al capitán, y poco se ve ya por las costas parianas. Encontré un enlace que me gustó y aquí lo pego para los curiosos como yo.
http://lacienaga.sortilegiodelcaribe.com/especies-marinas/botuto-guarura-caracol-reina-caracol-rosado/
El cuento es que en Sucre la gente ama todo bicho de mar. Cuando se viaja entre Cumaná y Cariaco se pasa por un pueblito precioso que se llama San Antonio del Golfo. En dirección Este vienen luego Espín y la Peña y es esa franjita donde uno se tiene que parar.
En este enlace a mi pag. en FB están las fotos y nombres de algunos de esos caracoles que ahí venden:
https://www.facebook.com/TamaraSaboresdeParia/media_set?set=a.10151275807334392.566008.636834391&type=3
La manera más común de comerlos es hervidos y luego cortados en trocitos, solos o mezclando distintos tipos (quiguas, arrechones, chaguacures, vaquitas, tornillos, chiriguas etc etc) con cebollita, ají dulce, ajo, vinagre y hasta salsa de soya, es decir, un vuelve a la vida. Yo los prefiero con limón y punto.
En casi todas las carreteras de Paria los venden cocidos y envasados en agua y vinagre.
Cuando los compró así los escurro, los pongo en agua con hielo un buen rato, y luego los utilizo de varias maneras. En una salsa para pastas, con mucho tomate; si son caracoles pequeños, a la crema con ajo, vino y perejil. Si tengo platica compro arroz arbóreo y me fajo con un risoto. O los corto en trozos y los hago tipo ceviche pero casi siempre con alguna fruta que en orden de preferencia son los lichis o pomarrosas, la parchita o la naranja.
Guisados a la criolla, con cebolla, ajo y mucho ají dulce, son el relleno perfecto para una empanada oriental, con su masa dulzona y crujiente. Me los veo perfectos cortados pequeñitos y envueltos en una masa hojaldrada o como ingredientes de una paella de lujo.
Mucha gente tiende a cortarlos en láminas y mi vendedor estrella de caracoles me dice que mejor cortarlos a lo largo y luego en trozos. Así se destribuye mejor el sabor... y una cierta chiclocidad. Buen apetito!

martes, 9 de julio de 2013

MEJILLON DE TIERRA Y MAR

Mejillón de tierra, así le dicen en Paria a la vulva de las mujeres. La pepita pués.  Ahorita es tiempo de mejillones. Están grandes y hermosos, realmente suculentos. Me gusta hacerlos de muchas maneras. Mi versión de las tigras madrileñas es con los mejillones picaditos, bechamel de coco y chorizo tostadito, todo gratinado en la conchita del mejillón, con casabe pulverizado para hacerles costra. Me gustan también como un vuelve a la vida afrutado con cebolla morada en pluma, ají dulce y alguna fruta de temporada, mis favoritas jobo de la india en tajaditas finas o pomarosas. El justo limón y sal gruesa
. Guisados de manera delicada rellenado una arepa pelá. En tortilla con plátano muy maduro y un queso cremoso. Crudos con limón si están recién sacados del mar de Cipara son eróticos. Guisados con aliño criollo y arrocito basmati cocinado con leche de coco son un sueño carísimo y seductor. En una salsa a la marinera como las que prepara mi marido Juan Sará, con tomates balita que le exploten a uno en la boca y el toque justo de culantro y echalots, pimienta de guinea, innombrables.
Me los imagino también en su concha con un velo de leche de coco, echalots frescas y ralladura de naranjas. Arropados de humo sobre un pancito gallego tostado y aromatizado con ajo criollo y jugo de tomate. O un arroz suculento, con esta cosa lúbrica de la auyama cremosa, como un risoto criollo con ají dulce también ahumado salpicado con sus primos chipichipis y cilantro.
Rellenando un hojaldre perfecto. Compartiendo una cama de pasta de buena calidad con lágrimas de limón y estrellados en pimienta y aceite de oliva.
Hace algunos años en un viaje con Fabián Michelangelli en la costa extrema de Paria nos los comimos crudos con el kit de emergencia de un médico amigo que no era otro que un delicioso vino blanco. Mejillón de mar, tan inspirador como el mejillón de tierra que me recuerda a mi amiga Magaly Burguera y sus historias de las indias parianas de pies alados y cuerpo de tajalí.

jueves, 27 de junio de 2013

Kumachi de Kamarata



En mayo Juan y yo fuimos a cocinar a Canaima a la boda de Arianna y Fuco y conocimos a Daniela Tello, una chica pemón que trabaja en el Hotel Venetur del Parque Nacional. Tiene una simpatía y don de gente como pocas personas dedicadas al servicio y una abuela que se llama Carmen Emilia Calcaño de la cual nos habló y habló.
Hecho por su abuela fue el kumachi que nos vendió, lo pagamos como al triple del precio del que compró mi amiga Cristian Thonon en su paseo al Salto Angel, pero la verdad es que una vez lo probamos quedamos requeteenamorados del sabor.
Daniela nos explicó que su abuela cocina el yare (jugo que se exprime de la yuca amarga, Manihot aipi) largas horas hasta que el líquido se pone muy oscuro y espeso. Esta cocción sirve además para desactivar el àcido cianhidrico que contiene esta variedad de yuca,  que es tóxico. Al yare cocido se le agrega un poquito del almidón de la yuca, ajíes chokoru y chawiru, con diéresis en la segunda o y en las ues, que son unos ajicitos verdes y amarillos típicos de la región. Como era tiempo de lluvia nuestro picante tenía también termitas y unos bachacos como los de la foto abajo, que cuando se muerden rechinan en boca y dejan un maravilloso aroma a flor. También tenía trocitos de pescaditos asados y ahumados que solo se utilizan en la región de Kamarata, según nos dió a entender.
Daniela, con sus 20 años de sonrisas, nos habló del conuco de su abuela, de la lejana caminata para llegar hasta él, de cómo a las mujeres paridas se les da agua caliente con el almidón de yuca para que produzcan más leche y que con el imú o catavía se prepara el casabe y la sakura, una bebida refrescante.
El cachiri es un fermentado de yuca dulce, al que se le agrega ñame o batata rallada, y normalmente lo consumen los hombre para, como diría mi amiga Belkys Croquer, "alicorarse".
Con un casabe grueso y esponjoso al mojarse, se consume el tumá, una sopa típica de los pemón que se hace tradicionalmente en una olla de barro de la altura de una mujer, según nos dijo Daniela. La sopa en cuestión consiste en una proteina, pescado, aves, animales de cacería, hervidos en agua con una especie de espinaca o acelga llamada aurosa, ají dulce, cebolla y muchisísimos ajíes. Las abuelas como la de Daniela le agregan también orejitas, unos hongos blancos que solo los expertos saben recolectar.
Los cocineros pemón de Wakú Lodge, la posada donde cocinamos, también nos convidaron una bebida que les encanta, de plátanos majados en agua. Me encantó.
Más sobre la yuca:https://es.wikipedia.org/wiki/Manihot_esculenta



martes, 25 de junio de 2013

HACE UN MES QUE NO TE VEO





Fotos de Daniel García París.
Vino así la musiquita, con su tumbaíto colombiano...hace un mes que no te veo, hace un mes que no te abrazo y no pensaba yo en nadie sino en muchos, en el grupo de la Universidad Simón Bolívar que está haciendo un diplomado de Gerencia en Cacao y que como parte de sus estudios y contagiados de entusiasmos varios llegaron hasta Paria. Que qué tiene que ver la musiquita esta con lo que pensaba, pues aparentemente nada, es así.
Por experiencia propia digo que hay cosas que le cambian la vida a uno. Yo llegué a San Juan de las Galdonas con dos amigas francesas y los niñitos de todas hace 17 años, por una semana, y sigo aquí. En mi caso, me conmovió hasta la médula la costa pariana, ese mar rebelde que lo mira a uno con gesto estupefacto, como preguntándose y qué hace usted aquí, junto a estas piedras coronadas de guano y arbolitos y la línea de verde selva que se resiste a las talas y quemas del verano. Y la posibilidad de interactuar con una comunidad pequeña, eso también me sembró.
Paria es lo más Caribe que tiene Venezuela, en mi opinión. Es voluble y caprichosa que parecen ser lo mismo pero no; es húmeda, acogedora, salvaje y en mí genera paz. Es tan olvidada desde siempre que ha sido su razón de seguir siendo y su perdición. Es un brazo que se extiende hacia el Caribe como un amante entregado.
Es la región que más cacao produce en Venezuela y quizá donde menos se consume. Una de nuestras mayores riquezas que apenas significa la subsistencia de quienes lo producen.
Cuando leo el entusiasmo de la profesora Rosa, el de María Luisa Ríos, el de María Fernanda Di Giácobbe, el de Billy Esser, todos tan contagiosos, el de todos en los correos que se siguen escribiendo, cruzo los dedos para que todos ellos sigan regresando hasta acá. Que regresen con sus amigos, con sus afectos; que nos renueven los ánimos, las esperanzas, el impulso para que trabajos como el de Chocolates Paria, Fundación Proyecto Paria, de la familia Franceschi en la Hacienda San José, el de tanta tanta tantísima gente se reproduzcan y generen espacios nuevos para la gente que ama su tierra y los que la descubren.
Las fotos son de Daniel García París, parte de un libro sobre el cacao que empecé hace siiiiiglos.

viernes, 21 de junio de 2013

DE ALANTE PA TRAS


Hace tres semanas salimos de casa. En orden regresivo pasamos por una clase de cocina de Malasia y su cena, la cena del premio Laurus en Valencia con Mamazori, un festivalito con sabores del lejano y el cercano oriente en el restaurane Bamgú en Maracaibo, dos días de relax en el Valle de San Javier, una cena a muchas manos para muchas bocas en la Posada de Xinia y Peter en La Mucuy, un curso mandatorio de artes y ciencias en Maracaibo, más de 2.500 kms de país con nuestro carrito lleno de cavas, soltando productos y comprando otros como ese maravilloso y cremoso quesito fresco de cabra, última parada antes de llegar a Barquisimeto.
Cada vez que vamos a Occidente siento que hay dos países, uno al Este de Caracas y otro hacia el Oeste, con tristes coincidencias: basura a montones al borde de las carreteras, bolsas plásticas como una patética nueva especie de flor, botellas de cerveza y un cementerio de perros muertos, atropellados.
Para consolar el alma, la gente. Gente laboriosa, gente amable, personas comprometidas, divertidas, hospitalarias, a veces recelosas pero las más de las veces querida.
Amé los mangos piña y mangos durazno de la carretera entre Maracay y Valencia, las naranjas dulcísimas de Nirgua, el verde prolijo y alegre de Yaracuy, con sus puesticos de frijoles de todos los colores, realmente me impacta el orden y limpieza de la tierra de María Lionza.
Extraño saber que mis amigos de la Universidad Experimental de Yaracuy ya no están ahí y que es poco probable que regrese a la que una vez fue la cocina de Cuchi Morales.
Con Lara no puedo. Si viviera ahí rodaría empatucada de la nata de Don Manuel, desayunaría, almorzaría y cenaría lomo prensao, me bañaría en suero y mis zarcillos favoritos serían de vicuyes y mis noches de cocuy.
La única frustración que tengo es no poder haber visitado nunca jamás a Leo Garcés y Judith en su posada La Salamandra, en Duaca, cada intento termina en un cambio de planes. Tampoco he podido comer los chicharrones de guabina de no se donde, ni pararme en Sortilegio, que queda en Yaracuy, no?
Ni he ido a la vendimia de Polar, aunque amo con locura su espumante extra brut.
Pero este viaje me regaló conocer a las dos Sonias de Quesos Las Cumbres y tuve un flechazo fulminante con ambas dos, madre e hija. Alegres, fajadas, arriesgadas y cocinerísimas, me debo un viaje a su Carora para dominguear con ellas y un nuevo post para seguir el cuento.

martes, 28 de mayo de 2013

LOS NOVIOS DE JONIMUN Y NOSOTROS CON NUESTRA COCINA PORTATIL

Arianna y Federico, los novios, están de jonimun, como dice ella, y yo no quiero contar nada sobre el tema hasta que no lo haga la pequeña comeflor. Solo puedo decir que fue un encuentro amoroso de familia, amigos y naturaleza. Y que regresaré a Canaima.
Ahora nos preparamos para viajar a Maracaibo y Mérida. En Maracaibo haré mi última certificación internacional de cocina del Foro Panamericano, y si el restaurante está de acuerdo con el menú que envié, pues cocinaré un par de días por allá. Caso contrario, me dejaré consentir por mi prima Rosario y sus saberes para ponerlo a uno bella y rozagante, mudaré de piel y quien sabe si hasta de alma, y me dejaré guiar por Ivette Franchi y Nestor Colina para descubrir otra Maracaibo.
Luego agarraremos la vía del páramo hacia Mérida para cocinar el sábado 8 de junio en la Posada de Xinia y Peter en La Mucuy Baja, www.xiniaypeter.com, un menú a muchas manos para muchas bocas.
Por ahora, les dejo el menú

Aperitivos
Terrine de cordero y mousse de alcachofas por Xinia

Trio de cremas
Auyama a la naranja, Calabacin con Pesto de Albahaca, Tomate Capresa por Nestor Gutierrez
Carpaccio de Lomo prensado de Carora  con ensalada por Sonia Semidey
Bollo de platano relleno de mojito de pescado de Ivette Franchi y Nestor Colina
Pato con ron Solera Centenaria y frutas, puré de verduras a la sarrapia y frijolitos con chocolate y kumachi, Tamara Rodríguez
Postre Teo Zurita

sábado, 4 de mayo de 2013

DEL ZULIA A BODA SIEMPRE BOCADOS DE VENEZUELA

Mientras el viento azota mi casa, su largo pasillo hecho para otras latitudes se llena de hojas secas y de canto de pajaritos. Se acaba de mudar a una de las palmeras un carpintero de penacho rojo y peinado modesto que arrecia con furia contra el tronco. Todas las mañanas trabaja con ahínco. En el níspero de atrás sigue un albatros que cada año llena el patio y las hojas de la cala de caca blanca, en fin, es un sábado caluroso en el que hubiera querido estar en Mérida viendo las fotos de la Panaventura de Juan Carlos Bruzual y su equipo, probando por primera vez los sabores de Nelson Castro, visitando a mi amiga Laura Réquiz en su tienda con Aromas de Cacao, teniendo una larga conversa con la historiadora Magaly Burguera que tanta falta me hace desde que se fue de estas tierras; conociendo todas las propuestas que un grupo de cocineros plantea desde nuestros Andes, impulsados por Venezuela Gastronómica.
Pero estoy aquí, en mi octavita zuliana, a sabiendas que desear no es suficiente.
Durante seis días los cocineros Ivette Franchi y Nestor Colina trajeron los sabores de la zulianidad a Carúpano y Río Caribe. Los acompañamos Darwer Ozuna, un joven y talentoso cocinero que vive en Carúpano, Juan Sará y yo. Es el primero de varios encuentros gastronómicos que espero organizar este año y no pude tener mejor debut.
Jorge Jiménez, de la empresa Servicios Costa Afuera, nos montó una réplica del altar de la Chinita en pleno restaurante, y acompañada de San Benito, la mamá de todos los zulianos celebró esta fiesta de sabores que se paseó por los tumbarranchos, niños dormidos, aguita de sapo, patacones, bollitos cañaderos, cangrejos azules, sopitas de pescado con sus coroticos en susú. El principal que más éxito tuvo fue el risoto de conejo con chutney de plátano, seguido de la macarronada y el pescado embasurado. El estofado de chivo estaba delicioso y las lajas de punta trasera con buñuelos de yuca y salsa de queso se vendieron solas.
Darwer preparó una ensalada de lechoza verde con vinagreta de papelón que conquistó la sala, igual que su postre de sol de Maracibo en tierra pariana, una delicada combinación de jalea de mango con mousse de chocolate oscuro. Destilería Carúpano puso los rones, Tamayo sus vinos Terraza de los Andes, un reserva Malbec que me pareció acertadísimo, y un chardonay Altos de los Andes muy fresco también.
Apertura y cierre de la actividad fueron dos conversatorios, el primero en la Casa Andrés Mata de Carúpano y el último en Guayoyo Café en Río Caribe. Nos preguntamos si un festival de Lara atraería igual cantidad de gente, o de cocina andina o coriana... o si la afluencia que tuvimos se debió a la enorme pertenencia que el zuliano tiene de su tierra. La voz general fue que sí.... que los zulianos tienen una identidad que los desborda y que contagia pero luego pensaba que los orientales también y que en todo caso estamos ante un país que está aprendiendo a reconocer y a celebrar sus sabores y a sus productores.
Tan es así que mi querida Arianuchis celebrará su boda con un menú que recorrerá los sabores de toda Venezuela, así que me devuelvo a mi cocina para que todo quede a punto y seguir celebrando,

viernes, 22 de marzo de 2013

MIL SABORES Y NO HUBO CURSO

Vine a Caracas a hacer un curso y zas...se quemó la cocina o algo así y lo suspendieron. Pero el recorrido de Mil Sabores, octavo cumple, ese sí se dió y fue y fuimos.
Me reconcilia maravillosamente con la vida, con el país, conmigo misma, ver el empeño empeñadísimo y empreñadísimo de ideas de tanta gente. En Franca, por ejemplo nos recibió Adriana Bertorelli y nos contó la filosofía de la empresa, que si el botellón de agua para reducir el consumo de botellitas, es decir, menos basura, que solo utilizan mantequilla en las preparaciones, que la gente se puede instalar con su laptop y nadie la va a presionar para que consuma y desocupe la silla, del entrenamiento del personal, del tema salud. Estupendo escuchar la alegría con la que se refirió a todos sus compromisos, el entusiasmo de saber que contribuye a que su pequeño mundo, el nuestro, sea mejor. De Los Naranjos fuimos a 4 Gatos a compartir la exposición de tucusitos de Tomás Fernández y escuchar su clase magistral sobre las especies de colibríes que abundan en Venezuela. Chapeau con TomásNoMas, que siempre anda a la búsqueda de algo más.
Creo que las 23 personas que eramos quedamos con las ganas de seguir escuchándolo y pasar la tarde ahí relajadísimos con los vinitos, el paté de Marcos, la vista desde ese punto de la ciudad.
Almorzamos muy rico en La Casa de Mita, con un cocinero joven, de esos que aman su trabajo, Pancho le voy a llamar aunque no sea así así su nombre, y gentiles anfitriones. El postre, un zaballón tibio de parchita, con helado me mató.
Luego fuimos donde las hermanitas Dahda a sumergirnos en la dulzura de sus macarrones y terminamos el día donde Daniella Castro y sus confits y jaleas de vino, todo un empeño de familia.
Me regalaron un jaboncito de vino de Buomarino que he usado toda la semana y ahora tengo unos nuevos amigos.
Que sigan cumpliendo años Milsabores y todos los recorridos que nos muestran a este país.
Cerré mi semana caraqueña con un almuerzo de chicas en Hajillo´s. Mi sobrina y mi hija no pudieron ser más dichosas. Todo, todo, todo estaba impecable y tuvimos la suerte de conseguirnos con la gente de Pomar haciendo unas armonías que llegaron hasta nuestros platos, y como dice Goyo, su mejor promotor, en Venezuela las burbujitas se llaman Pomar y entre el Nature mío y el Rosé de Felicia me quedo con los dos.
Tenemos nuestros chorizos en le menú de El Comedor del ICC, los chorizos y morcillas en los panes de Juan Carlos Bruzual, el panadero del IEPAN, en las tiendas de Fresh Fish, en la casa de Karen y en la pancita de todos los que compartimos anoche la fiesta de bodas de Daniela y Andrés. Salú pues.

Arroz con morcillas cuando solo hay una olla y un cuchillo

Ingredientes
Una cebolla grande
Tres dientes de ajo
una latita de calamares en su tinta
una latita de mejillones ahumados
tres morcillas
dos tazas de arroz
sal

Procedimiento
Se corta la cebolla en cuadritos, se machacan los ajos y se saltean en aceite de oliva. Se agrega el arroz y cuando empeice a sonar chis chis se incorporan los calamares, mejillones y morcillas. Se ajusta la sal y se añaden cuatro tazas de agua. Cuando el agua se empiece a consumir se tapa con una bolsa de plástico y un periódico pues tampoco había tapa. Queda perfecto.
Se celebra que al menos había una olla y un cuchillo y se acompaña con una ensaladita verde con vinagreta de ciruelitas en dulce de la Colonia Tovar.
Se toma mucho espumante.

viernes, 8 de marzo de 2013

SON 86, VIENTO Y PALOMETAS

Hoy le leí a mi madre, que cumple 86, una de las primeras cartas que le escribió mi padre. Tiene fecha 18 de marzo de 1952. Menos de un año después se casaron y vivieron juntos 42 años hasta que Don Jorge murió. Hace un ventarrón de palometas y por eso tenemos la casa con poca luz. Solo el TV detenido desde hace dos días en el mismo canal, desde que murió el presidente.
Trato de no abrir facebook pero es inútil, es como medio sado esto de leer opiniones, furias y tristezas, de llenarme de país, de leer lo que escriben mis hijos.

jueves, 28 de febrero de 2013

Y NO ME FUI ...

Se me quedó el viaje al Bajo Delta en las ganas, porque me salió la cita del pasaporte y se enfermó Paulo, el perro de mi hija Fernanda y no había quien lo inyectara y todavía está malito. Pero Juan me regaló en el entretanto este cuadro tan yo, de Chuchuíto Salazar, pintor y saxofonista carupanero, y dice Serenella Rosas, mi triple colega, que somos ella y yo. Y entonces me escribió Soliria y me iré con ella y Fundación Tierra Viva a ver cómo colaboro en montar una ruta turística con unas comunidades warao, claro, en lo que se refiere a comiditas, y no será al Bajo Delta sino al otro lado que ya fui, pero igual me emociona la idea mucho muchísimo porque además será en abril, mi mes cumpleañero.
Mientras, me entretengo haciendo dulce de almendras de cacao pintonas, me vuelvo loca estandarizando las recetas del menú de boda de Ariannita y Fuco, y decido hacer un curso con el chef John Guerrero y sus productos de otro planeta a ver qué aprendo y cómo me divierto.
El mar de Paria está arisco, hay un viento que todo lo revuelve, y pese a mi resistencia inicial me leo el libro de la jueza Afiuni que escribió Francisco Olivares. Menos mal que antes me leí una novelita light de Laura Antillano, Si tú me miras, y releí El Cuaderno Rojo de Paul Auster, y Las Rayas, un libro de cuentos de Rodrigo Blanco Calderón, editado por Punto Cero, aprovechando que tuve que duplicar mi viaje a Cumaná a tramitar el pasaporte, porque fui ayer y la cita era hoy y tuve que repetir el camino pero no manejar porque ayer lo hizo Juan y hoy el señor Viñas, y yo, tan pancha, leyendo y mirando el mar de marrón inusitado y alborotado.
Compré huevas de bonita, arepas peladas, cachapas, ocumo chino, una auyama descomunal y unas guayabas que inundaron de perfume el carro, además de lechozas, sal de Araya y no recuerdo qué más.
Lástima que no estaba Milena en La Peña, con sus arepas rellenas de pulpo, de ensalada, de tortilla de huevos, plátanos y cazón o pepitonas, y de muchas cosas más. Me consoló la pura vista de las mujeres vendiendo lairenes cocinados, arroz con coco, besitos y conservas de coco; los puestos de vuelve a la vida con tantos caracoles... tornillos, pollitos, chaguacures, chiriguas, rompecolchón, gallitos, madreperlas, pipe e burro y más.

Dulce de almendras de cacao

Ingredientes
Maracas de cacao pintonas
Azúcar
paciencia

Se parten cuidadosamaente las maracas de cacao y se sacan las almendras o semillas de cacao. Se ponen en un recipiente y se cubre de azúcar, dejándolas reposar medio día.
Luego se ponen a cocinar a fuego lento, agregando un poco de agua. Cuando cambian de color, hacia rosado se para la cocción y de dejan enfriar. Se vuelven a poner a cocinar y así varias veces hasta que queden acarameladas. No doy cantidades porque por ahora sigue siendo un experimento delicioso y sin medida.
A mi me gusta chuparlas y luego morderlas. Me hace sentir felíz el contraste entre lo dulce de afuera y el leve amargor del mordisco. Amo las cosas amargas. Soy fan, entre otros sabores, del campari. Me quita la indecisión y cualquier asomo de depresión.

domingo, 24 de febrero de 2013

DESCUBIERTOS

Ayer pasé un largo rato leyendo cartas de amor que mi padre Jorge, nicaraguense de nacimiento y venezolano de reencauche y convicción, le escribió a Yolanda, mi madre, también nicaraguense, en el año 1952. Creo que para ese entonces ambos tenían unos cuatro años de haber llegado a Venezuela, cada quien por lados y razones diferentes.
Son unas cartas llenas de besos, de espérate que ya viene un nuevo encuentro, de respeto, de un humor que no le conocía a mi padre, pero, sobre todo, de los viajes de mi papá por Venezuela. De Caracas a Barquisimeto, a Valera, a San Cristobal... en cualquiera de esos lugares pude nacer yo, pero por alguna razón que ya no sabré fue en Caracas donde nací.
Se casaron en Maracaibo y los primeros años vivieron en San Cristobal, en una casita de una carreta tal, con muebles mandados a hacer, cocina, radio, y una cama Simmons con colchón Sweet Dreams.
Mi papá venía de Costa Rica, cuando llegó a Venezuela, y mi madre de Panamá, donde trabajó en un hospital en un pueblo llamado Las Tablitas. Fue enfermera muchos años, igual que la mayoría de sus hermanas, a las que fue trayendo de a una, igual que a mis abuelos y tíos hasta que los once que eran, abuelos incluídos, hicieron vida aquí.
Todo esto viene a colación por mi espíritu viajero, porque como conté algna vez, mi padre decía que me compraron en el mercado de Quinta Crespo. Es decir, viajes y mercados vienen en mis genes. Y por fin llego al cuento.
Esta semana acompañé a otros viajeros. Al equipo de Descubiertos, ver www.descubiertostv.com, si no saben de qué se trata.
Pasé dos días con Leopoldo Ponte, el padre y director, Karlos Ponte, cocinero, conductor e hijo, Sara, esposa danesa del cocinero, Freddy y Carlos, càmara y sonido, un equipo que durante un mes completo se viajará media Venezuela, hurgará en los mercados, descubrirá productos, recetas, técnicas, paisajes humanos y planteará las recetas creativas de Karlos.


En el puesto de Nelly y Moncho, en el mercado de Carúpano, tomé esta foto y nos caímos a arepas de pernil, tostaditas, la carne jugosa, con el frasco de picante campesino al lado y una de esas salsas en la que reina la mayonesa con algún verde y ajo. Qué pasión la nuestra por los menjunjes, por el pásame la salsita. Disfruté el asombro de Karlos ante la variedad de pescados y la generosidad de la gente que cuando ve una cámara baila, hace muecas, grita sus pareceres, reclama, regala frutas, comparte risas. Compramos lairenes, un hermoso pescado llamado doncella, pomalacas, espiguitas de culantro, cerezas extranjeras, quimbombó, papelón, pimienta de guinea, flores de cola de caballo, mapuey, morcillas, serruchos, jalea de mango.
Luego fuimos a Río Caribe a casa de Raiza Moccó a ver cómo su hija preparaba chorizos y pues sí, pese a la renuencia de Karlos y Leo, hubo de admitirse que son mejores los riocariberos. Probaron ponsigué, batido de pan del año, dulce de lechoza y ya se nos hacía tarde para regresar a Carúpano para encontrarnos con Ruth Milena Salcedo de Clavaud, del Restaurante El Fogón de la Petaca quien preparó el esperado Corbullón. Después fue otro día y el faje fue en mi casa para preparar la versión guireña del corbullón, que a punta de coco y caituco (onoto) se transformó en coguyón. Entre cortes y sudores, Karlos hizo sus propuestas, comimos de pie como suele sucedernos a los cocineros y a recoger que al día siguiente a las seis y cuarto salían para Guiria. Tres horas de viaje para una entrevista con Rosa Bosch y vuelta atrás para las tomas de apoyo.
Me encantó el ritmo de trabajo de ese equipo. Armónico, Karlos fajao y siempre tranquilo, atento a las pautas del director, asado bajo las luces de mi cocina tan calurosa pero como si nada, con ese entender de los tiempos que da la cocina. Leopoldo goloso, Carlos el sonidista con sus oídos que todo lo amplifican como parlantes, Sara leyendo, Freddy bailando con su cámara al ritmo del director. Todo un equipo buscando sabores, productos y técnicas, unas casi perdidas, otras vivas en la memoria festiva o en el paladar mental, como lo llama Karlos.
Me alegran la vida estos cocineros que buscan a qué sabe el país, como se expresa en cada región y que, sobre todo, dejan testimonio del amor profundo, del orgullo casi intacto que tenemos por lo que somos, así no nos demos cuenta hasta verlo en una pantalla.

jueves, 7 de febrero de 2013

¿QUE HACER CUANDO NO SE TIENEN FAVORITOS EN LA VIDA?

Ultimamente me han preguntado cuál es mi plato favorito, mi ingrediente, mi libro, mi película. Tengo un hijo mayor favorito, un hijo del medio favorito y mi hija más pequeña favorita y ya. Aparte de esta claridad filial mis favoritismos cambian como los zarcillos que me pongo. Siempre hay uno favorito, que deja de serlo.
Sin embargo, hoy, para cambiarle el ritmo a un día que pese al solazo que hay presiento abochornado, me he puesto a buscar casi que con desespero una receta favorita de Paria y zas, que la encontré.
En alguna entrada anterior de este blog hablé del calalú.
La foto anterior la tomé prestada del blog de mi triple colega y amiga Serenella Rosas Flunger, www.buenobonitoysabroso.blogspot.com, y el plato lo preparamos en el restaurante Amapola en Caracas hace un par de años.
Hoy, simplemente, copio la receta que aparece en 100 Y MAS RECETAS DE LA TRADICIONAL COCINA GUIREÑA, de Rosa Bosch Teriús y Rosa Pagés Anduze, dos señoras maravillosas que la vida me dió el privilegio de conocer.

CALALU
2 kilos de hojas tierneas, en su tallo, de dashin (ocumo chino)
1/2 kg de quimbombó o chimbombó
1/4 kg de ají dulce
2 cocos
3 cebollas grandes
6 granos de ajo
sal al gusto
pedacitos de jamón o camarones fritos o tocinetas fritas o costillitas guisadas

Se cortan los tallos de las hojas de dashin pero antes se limpian quitándoles la película que los envuelve, las hojas tiernas se pican también en pedacitos.
Se lleva al fuego la leche de coco con los aliños batiéndola constantemente hasta que hieva e inmediatamente se le agregan las hojas y los tallos del dashin, se revuelve bien con una cuchara de palo y cuando se cocine un poco se le agrega el chimbombó, que se limpia raspándolo; se pican en pedacitos y se agregan al cocido de las hojas de dashin revolviendo todo muy bien hasta que se mezcle.
Luego de un corto tiempo se le agregan los camarones sofritos previamente o costillitas guisadas, o jamón o tocineta frita.
Cuando todo esté bien cocido se baja del fuego.
Se le agrega sal y picante al gusto.
Se acompaña con bola de plátano.
NOTA Como en las ciudades no se consigue el dashin (ocumo chino), se usan hojas de espinacas.

El año pasado comí un calalú delicioso preparado por Karla Herrera en Ciudad Bolívar.
En Venezuela es típico de El Callao y de Guiria, y es un plato que recorre todo el Caribe hasta Nueva Orleans. A veces tipo sopa, todo molido, otras como acompañante.
Yo tengo mi versión propia y su foto es la que ilustra este blog.
Salud por Changó y buen apetito.

jueves, 31 de enero de 2013

COMER EN MARACAIBO

Quiero ir a la Sierra de Perijá. No será en esta visita a Maracaibo pero cuento con mis amigos cocineros para hacer ese viaje muy pronto. Por ahora, me solazo en estas noches de luna llena, la ciudad fresca, el lago hermoso. Solo me perturba entrar al salón de clases donde tomo un curso. Ningún lugar mas frío que los sitios cerrados en Maracaibo, con el aire acondicionado en alguna temperatura que estoy segura se acerca al cero.
Estos poquísimos días han sido sufientes para disfrutar la hospitalidad marabina. Mi prima Rosario me consiente con sus comiditas sanas, mucha fruta, y algún pecadito como mandocas y yoyos de desayuno. La primera cena en la calle consistió en coquitos, unas cestitas hechas de plátano verde que venden en la Arepera Santa Rita, y que disfruté rellenas de pernil, ensalada de repollo y aguacate, acompañada de un tequeño con salsa tártara que le robé a mi compañero de mesa. Al día siguiente almorcé en Mi Vaquita, restaurante fundado en los años 60, donde abrimos fuego con unas empanaditas perfectamente fritas y yo insistí con el cerdito al comerme unas costillitas tiernas con yuca frita. Obvié la cena mas por pudor que por otra cosa.
Mi último día de clases me regaló un encuentro con mi compadre Humberto Márquez y su maracuchicidad y nos fuimos a Sabor Zuliano, yo a comerme un chivo en coco de proporciones épicas, y él un mojito de chucho en coco. Estuvimos dudosos de si atacar un chocho de vaca como postre (quesillo con dulce de calabazate) pero la inminencia de mi examen final y de su vuelo a las cuatro nos hizo desistir.
Cené aguita de sapo (arepas tostaditas rellenas de...pues si, pernil otra vez) y sin ningún remordimiento desayuné hoy un yoyo suculento relleno de esos quesos inmejorables que se fabrican por acá.
Tengo pendientes unos guapitos (bollitos de maíz), los bollos pelones envueltos en hoja de bijao, un revuelto de gallina y una macarronada. También una arepa cabimera y un buen dulce de hicacos.
No creo haber engordado ni un gramo, la piel se me puso mas lozana y estoy dichosa y agradecida por el orgullo maracaibero por sus sabores. En la maleta llevo dos frascos de dulce de caujil (merey) y el país alborotado.




jueves, 17 de enero de 2013

LA FAMILIA

Ya se vienen los Carnavales y yo sigo pegada en las Navidades, comiendo hallacas y pandoro, los últimos días de playa y casa con la hija.
Nuestras navidades y año nuevo fueron en familia. El día de Navidad con dos de los tres hijos más sus amigos, que también son nuestros... y una comilona tranquila, con mi mamá y mi hermana también. Juan y yo nos fajamos a cocinar, Andrés y Elio también, Aynara hizo el postre del 25, Fernanda y Zuylin, Daniela y Magaly, ayudaron, Cristian aportó el plato de su nueva convicción vegetariana, y fuimos una familia escogida que se reunió para celebrar la vida. Igual sucedió el 31, ya no en Río Caribe sino en Margarita, con Linda y Terry, con Octavio, Victor y Kaliana,  Fernanda, Zuylín y Juan y yo, Arianna y Fuco. Quien no cocinó lavó platos, y las especias, los curries, la cava y prosecco, no se si es doble la ese o la c, pero doble su efecto, nos acompañaron hasta llegar a casa de Vivian en Pampatar. De los 17 a los sesenta y dele, todos tomamos agua como descosidos y bailamos reggae, otra fiesta a la vida. Nuestro día siguiente era laboral y la madrugada nos llevó a la cama en la semi conciencia.
Han sido sabrosos estos días de reunirnos, son excepcionales los encuentros.
Terminamos el año y comenzamos el nuevo, cocinando en casa de Ilenia, Carlos, Claudio y Thiago en Palo Torcido, con el mar de Playa Guacuco enfrente.
Un compromiso, un augurio, un reencuentro, un estupendo cocinero, Carlos Moreno, con nosotros, un empeño en comprar  productos locales para el menú, un reconocer que Palo Torcido es de los pocos espacios abierto desde hace unos tres años a cocineros de todas partes.
Por la cocina hemos pasado George el francès, en su restaurante de ahora nos tomamos una sopa, Karim Noria, Vanessa Rolfini, Ivette Franchi, Adriàn Yanez y Sazon Tour, Nelson Castro, yo...no sé si omito a alguno... pero digamos que de occidente a Paria, ha habido una estela de sabores diferentes, de propuestas distintas en las que casi siempre estuvo presente el producto local.
Este hecho, nos augura un mejor año. El de los cocineros que persistimos en aliarnos a los productores locales, a la búsqueda de sabores propios... hay quien dirá también que impropios... en todo caso con la certitrud de que obedecen a empeños relacionados con un sabor y saber local.