lunes, 11 de julio de 2011

OTRO DIA DE COCINA EN ARGELIA

Creo que hace una semana que llegué a Argelia. La mayor parte del tiempo la he pasado en la cocina, la del Hilton, la de la casa del embajador de Venezuela; Michel Mujica, en los mercados con Gabriela Jaramillo, mi estupenda guía, con la alegría contagiosa de Vianey, barquisimetana y contadora, bajo este cielo velado por el calor. Si me preguntan qué he conocido diría que ningún paisaje como el humano de las cocina y mercados. Pero insisto, es un pequeño país la cocina, donde se ve mucho de la gente aunque estés entre ollas, que no es poco, cuando menos, la mitad del día.
Me sorprende la gritería cuando algo sale mal. El jefe apilona, parece que casi muerde y como si nada. Ya conté, creo, que los hombres se saludan con un beso al aire, izquierda, derecha, y luego el puño que toca el corazón. Las mujeres, las menos en las cocinas, se besan y comentan sin parar... todas jovencísimas, empañoladas, no paran... de hablar.
Anoche llegó una pareja recién casada a pasar su noche de bodas y las mujeres de la familia ululaban. Alguien dijo que se quedan hasta que sale el pañito blanco con la manchita de sangre. No lo ví, pero mi guía argelino de media tarde me contó que es imposible  pensaren  un arrejunte. En la boda del día anterior la novia se cambió de traje seis veces hasta que estuve. Tantos trajes como el presupuesto permita, el último blanco. Creo que eso también lo conté. Los hombres fuman en el salón, afuera.
En el desayuno de anteayer leì en la prensa local un editorial titulado mujer al volante, muerte a la vuelta de la esquina. Manejan, como no, por todos lados, pero pareciera que aùn es extraño. Y repito, quiero ver todo sin emitir juicios y entender, aceptar, ver, ver.
Los pasantes en la cocina, mayoría total, ganan 500 dinares al mes, me contó uno. El cambio oficial es de setenta y tantos dinares por dólar. Un cocinero medio gana entre 2.700 y cinco mil. No sé cuánto gana el chef ejecutivo. La cantina de los empleados se llama la khaima, kh suena a jota y es el nombre que se da las carpas del desierto.
 Un apartamento cuesta más que en Caracas.
Muchísimos de los cocineros me dicen los nombres de la cosas en kabil,, que no en àrabe. Busco en internet y no termino de entender bien pero la vida en la cocina de algún modo separa àrabes de kabiles o bereberes. La historia, o unos días más aquí, quizá me permitan entender lo que intuyo como una gran diferencia ètnica que se cocina, y no precisamente en un fogón.
Estoy cansada y maravillada. La noche está empañada y hoy la luz se fue varias veces. Me siento un poco en casa. Tengo los pies y los zapatos destrozados. Antes de irme los voy a botar. Los zapatos, solamente.

1 comentario:

Johana Linares dijo...

Amiga! que grande eres, tanto q esa amplitud tuya llega a Argelia, pasando por Paris, tocando otra vez Paria y algun dia pasaras tambien por aqui.
Abrazos a monton!
Te admiro,
Johana