martes, 12 de julio de 2011

DE BODA EN BODA

Anoche me tomé tres copas de vino tinto argelino y hoy me ha dolido la panza todo el día. No sé si por el vino o por eso de que a veces a uno se le estragan las emociones. Descubrí que falda de res se dice bavette en francés y muchacho redondo noix de la cuisse y lo usan para hacer rosbif.
Mientras cocinaba, otra vez este gritito de mujeres. Boda nuevamente y salgo corriendo con uno de los cocineros a ver. La novia con un traje azul o verde, precioso, con un tocado de sopotocientos kilos, parecía pesar y ella tan derechita. Música con tamborcitos, un señor que canta y las mujeres con velas encendidas a pleno mediodía baila que te baila. Había una chica con una minifalda espectacular que me recordó mis vestidos de los 17. La mayoría de las señoras con sus trajes típicos, que parece ser que son mucho diferentes, según la región, todos con unos bordados y colores de muerte.
Se hacen tres servicios de bebidas. Primero jugos, luego café con leche y finalmente té. Dulces diferentes para cada uno de ellos.
 Luego me enteré que hay siete parejas de novios pasando su noche de bodas en el hotel. Me dijo el conserje que habia que aprovechar... en menos de un mes entra el Ramadán y luego es el regreso escolar.
Vi un par de novias llegar...nooo, no es que no esté cocinando sino que hoy me tocó hacerlo en el restaurante de la piscina y tuve que zapatearme medio hotel.  Y aunque donde trabajo el lugar es pequeño casi parecía una nevera en relación al calor de afuera...el propio sauna sin tener que bajar al gimnasio. Juro que al menos 40 grados. Sin embargo, la gente comiendo sus arepitas tan tranquila. Eso si, NADIE la pidió con un solo relleno. El hit fue arepitas con pollo esmechao y queso, una peludita argelina pues, y mas de uno la pidió con todo, es decir,asado negro, queso, pollo y pisillo de mero, pues los musulmanes no comen cazón. Me explicó un cocinero que por aquí no hay y además la religión prohibe cualquier animal que coma gente. O eso entendí. Y de vuelta a esto de las bodas, la familia acompaña a los novios creo que hasta que se van a la habitación. Las abuelas, madres, hermanos, primos, no sé, un gentío en el lobby y fotos, y los grititos cada dos por tres.
Desde mi habitación se ve el mar. Muchos barcos enormes, parecen tanqueros y juraría que son los mismos desde que llegué pues no los veo navegar. Como si estuvieran ahí cual cuadro para darme ganas de montarme en uno y recorrer todo el mediterráneo. Mañana me toca debut en la tele, pobres espectadores con mi enredo de francés, que si se me olvidan hasta las palabras en español ya se pueden imaginar.
Otra cosa que me mata es que todos los días me toca trabajar con un equipo diferente en la mañana y en la tarde. O sea. Vuelta a explicar. Agotador. Creo que además de los zapatos voy a botar los pañuelos, los pantalones pues todo huele a agua estancada. Pero sigo encantada en ese pequeño mundo de sémola y cordero, ansiosa de ir al Sahara que seguramente solo podré ver desde el avión cuando regrese. Sigo a punto de dátiles.

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