jueves, 14 de julio de 2011

HAY DIAS

Agotada, no de cansancio. Hay días en los que todo se quema. No la comida. Es una cosa mayor. Tiene que ver con el querer ser y hacer.Sé que soy Fenix no de cenizas sino de brasas y que es ahí en ese fuego que parece no estar, dónde conseguiré seguir estando, siendo, haciendo. Me da rabia que diecicochos metros por debajo estén el sauna, el baño turco y mi energìa solo sea la escritura que también me alimenta. Quisiera bajar, sumergirme en el vapor...o quizá bastaría someterme a la canícula...45 grados a la sombra,aunque sea ya de madrugada, para volatilizarme.
Digo que amo las coincidencias pero los desencuentros me pesan como un plato mal planteado. Quiero ver sin juzgar y me siento sometida a juicio.
Me levanté a las seis de la mañana con unas ojeras de asado negro. Pesada como un mondongo rico. Y también ligera como una patilla dulce. No puedo dejar de contar que los hojaldres argelinos me matan de la envidia. Quisiera ser tan perfectos somo ellos, como ese pastelito relleno de puré de papas y hierbas que me hizo felíz por unos pocos dinares. El propio cuento de las mil y una noches que uno ansía no llegue a fin.
Caminé por las calles de Argel casi segura que todos me regañaban por esgrimir mi telefonito càmara como si fuera el cuchillo más filoso. Ajena a la vez. Leí que mi nombre viene de palmera que se mece y me siento tiesa y flexible. Nunca me imaginé en Africa.... norte de Africa mas bien. Si es críptico mi sentir...como esa gente que habla de los secretos de cocina que creo absolutamente que no existen, entonces tampoco entiendo ni por qué escribo. Pero es así. En unos días estaré de vuelta a casa. Habré vivido otro menú.

1 comentario:

Jesús Méndez dijo...

desde paria, agua de mar, pimienta dulce y mucho mango maduro..... adelante tamarita que eres grande. te amamos........ churri