domingo, 5 de febrero de 2012

Henry y Lara

Cocinar me ha dado oportunidades fantásticas. Aparte del placer en sí de armar y elaborar un menú, la lista incluye ir a los mercados públicos en busca de ingredientes y comidas, gasolinear con mi querido Juan por cualquier carretera a ver qué vemos por ahí, qué llevamos a casa, qué historia descubrimos en nuestro compartir de oficios pues aunque Juan desdiga de mi oficio de periodista por mi renuencia actual a ver, oir, leer noticias, los dos sabemos que entre cuartillas nos enamoramos y entre cuartillas hemos logrado vivir, consumar y a ratos hasta sobrevivir 23 años de amor. Pero de vuelta a la lista y a Juan, cocinar nos ha permitido otro espacio de vida cuando lo hacemos juntos para los demás.
Viajar es otra suma. Viajar con los ojos y el alma abierta como si fuera la primera vez, así las carreteras estén vueltas ñeque; reunirnos con los hijos y cocinar para ellos y los amigos, o ir con los hijos a  los restaurantes de los amigos. Conocer productores de queso de cabra como Eutimio Martín en Aroa,  las niñas maravillosas de Ananke en Lara o los señores Gueron; compartir el entusiasmo de Carlos Rodríguez Matos por sus patos apureños, el compromiso de trabajo de la familia Pestana en su frutería Santa Bárbara o el de Joel Ferrer en el mercado de Chacao.
Comer con Daniela Ulián cuando vamos a Caracas, oir los cuentos de cocina de Serenella Rosas, llevarle chorizos a Alejandro en 360 o corocoros y dulces a Luis García Mora, son los pequeños ritos con los que voy renovando la amistad.
Seguro que la lista es mucho mas extensa, como el hecho de que la cocina me haya puesto a estudiar la historia de mi país, que me haga plantearme cómo con mi trabajo puedo ayudar a que gente de mi comunidad tenga aunque sea una pequeña mejoría en su nivel de vida.... pero lo cierto es que cuando comencé a escribir esta pequeña nota solo quería referirme a la oportunidad que me da la cocina de conocer a otras personas, sobre todo a los comensales que se nos van atravesando en la vida. Algunos llegan a convertirse en amigos, a otros los vemos en cada nuevo festival, a otros mas nunca. Ellos son en realidad la razón de ser de mis afanes y no se si llegarán a saber como su aprobación, su disgusto, sus sonrisas, influyen en mi vida.
Un comensal, Henry Querales, me prometió escribir de mi cuando retomara su blog y ciertamente cumplió su palabra. Escribió que no escribiría sobre mì....aún. Eso no importa. Importa que pueden leerlo en www.conbuenojoybuendiente.blogspot.com. Importa su amor por su esposa Lara, por las aceitunas rellenas de su familia, por la fotografía, por el color y el calor de vida. Importa que tengamos en la memoria a aquella cocinera, o a aquellos comensales de un dìa, de un almuerzo que pudo ser cualquiera y no lo fue.

1 comentario:

Henry Querales dijo...

Gracias, no solo por tus palabras, sino por confirmar lo que allí vimos, que amas lo que haces y que cocinas con el alma pensando en quien consume cada uno de tus maravillosos bocados... exquisitos, por demás!!.. Y por supuesto que escribiré de vos!!.. jejeje Besos