martes, 21 de junio de 2011

COCINAR EN CARUPANO

En 1996, pasamos las vacaciones de agosto en San Juan de las Galdonas. Nunca antes, en tierra firme, me sentí tan en el Caribe, con su mar cálido de corrientes frías, sol radiante y lluvia que baja de la selva, impredecible, contradictorio, un poco lascivo también.
¿Cuántas horas habré pasado en una cocina, en un mercado, buscando quién me hable de un producto, de una fruta, quién me revele la receta? Y todas las imaginables intentado conseguir los sabores que me tropiezo y los que a partir de esos encuentros imagino.
El cacao y el chocolate han sido un reto. Los pescados han sido un reto... aún me engañan. Vivir, y no sobrevivir, en uno de los estados más pobres de Venezuela ha sido rudo y espléndido.
Acabo de terminar un festival de cocina corsa en el hotel EuroCaribe de Carúpano. Agradezco inmensamente a los dueños abrir sus espacios, al historiador Carlos Viso el hecho de acompañarme una vez más en mis sueños y conversar tanto, prestarme sus negativos invaluables, ayudarme a hacer los pie de fotos, a Pedro Bethermyt por copiarlos con esmero, al chef Francisco Urbina y su equipo por entrarle con entusiasmo a ese menú desconocido, a la señora Enza por dejarme ver cuantas similitudes encontró ella entre los sabores corsos y los de su natal Sicilia. A mi amiga Elia por ir con su habitual alegría y llamar a todos sus amigos.
La verdad es que de cocina lo que más salió fue el menú habitual de los visitadores médicos y otros huéspedes regulares. Que para contar los carupaneros que fueron a comer me deben sobrar los dedos de las manos. Que el periodista del diario local que invitamos  a la rueda de prensa quería que yo le hiciera la nota y seguramente no publicó nada.
Que el entusiasmo de Jacky y su equipo de TV o el empeño de mi marido en invitarme a su programa de entrevistas apenas motivaron el deseo de.
Escribo todo esto tranquila, contenta de haber hecho lo que hice y segura de que seguiré haciéndolo. Que no cederé el espacio de mis sueños y mi deber y querer ser. Que no se trata de precios en un lugar donde en la licorería más humilde hay todo un catálogo de guisqui 18 años.
Se trata quizá, mas bien, posiblemente, de lo que sucede en tantos lugares de provincia donde el orgullo de ser de donde somos solo se ejerce fuera de esas fronteras internas. Donde la historia se quedó para siempre en el pasado y apenas pensamos sobre las que hacemos día a día. No lo sé.

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    1 comentario:

    elia dijo...

    AMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIGA...
    ese menu estuvo espectacular... SIENTO MUCHO NO HABER HECHO SUFICIENTE PROMOCION...
    a posteriori,comentando con otros amigos... hubiesen querido estar alli!!!!!!!!!