sábado, 4 de mayo de 2013

DEL ZULIA A BODA SIEMPRE BOCADOS DE VENEZUELA

Mientras el viento azota mi casa, su largo pasillo hecho para otras latitudes se llena de hojas secas y de canto de pajaritos. Se acaba de mudar a una de las palmeras un carpintero de penacho rojo y peinado modesto que arrecia con furia contra el tronco. Todas las mañanas trabaja con ahínco. En el níspero de atrás sigue un albatros que cada año llena el patio y las hojas de la cala de caca blanca, en fin, es un sábado caluroso en el que hubiera querido estar en Mérida viendo las fotos de la Panaventura de Juan Carlos Bruzual y su equipo, probando por primera vez los sabores de Nelson Castro, visitando a mi amiga Laura Réquiz en su tienda con Aromas de Cacao, teniendo una larga conversa con la historiadora Magaly Burguera que tanta falta me hace desde que se fue de estas tierras; conociendo todas las propuestas que un grupo de cocineros plantea desde nuestros Andes, impulsados por Venezuela Gastronómica.
Pero estoy aquí, en mi octavita zuliana, a sabiendas que desear no es suficiente.
Durante seis días los cocineros Ivette Franchi y Nestor Colina trajeron los sabores de la zulianidad a Carúpano y Río Caribe. Los acompañamos Darwer Ozuna, un joven y talentoso cocinero que vive en Carúpano, Juan Sará y yo. Es el primero de varios encuentros gastronómicos que espero organizar este año y no pude tener mejor debut.
Jorge Jiménez, de la empresa Servicios Costa Afuera, nos montó una réplica del altar de la Chinita en pleno restaurante, y acompañada de San Benito, la mamá de todos los zulianos celebró esta fiesta de sabores que se paseó por los tumbarranchos, niños dormidos, aguita de sapo, patacones, bollitos cañaderos, cangrejos azules, sopitas de pescado con sus coroticos en susú. El principal que más éxito tuvo fue el risoto de conejo con chutney de plátano, seguido de la macarronada y el pescado embasurado. El estofado de chivo estaba delicioso y las lajas de punta trasera con buñuelos de yuca y salsa de queso se vendieron solas.
Darwer preparó una ensalada de lechoza verde con vinagreta de papelón que conquistó la sala, igual que su postre de sol de Maracibo en tierra pariana, una delicada combinación de jalea de mango con mousse de chocolate oscuro. Destilería Carúpano puso los rones, Tamayo sus vinos Terraza de los Andes, un reserva Malbec que me pareció acertadísimo, y un chardonay Altos de los Andes muy fresco también.
Apertura y cierre de la actividad fueron dos conversatorios, el primero en la Casa Andrés Mata de Carúpano y el último en Guayoyo Café en Río Caribe. Nos preguntamos si un festival de Lara atraería igual cantidad de gente, o de cocina andina o coriana... o si la afluencia que tuvimos se debió a la enorme pertenencia que el zuliano tiene de su tierra. La voz general fue que sí.... que los zulianos tienen una identidad que los desborda y que contagia pero luego pensaba que los orientales también y que en todo caso estamos ante un país que está aprendiendo a reconocer y a celebrar sus sabores y a sus productores.
Tan es así que mi querida Arianuchis celebrará su boda con un menú que recorrerá los sabores de toda Venezuela, así que me devuelvo a mi cocina para que todo quede a punto y seguir celebrando,

1 comentario:

@freacos dijo...

Saludos Sra. Tamara, agredecidos los zulianos residentes en Paria por haber organizado y hecho posible este reencuentro con nuestra tierra.