martes, 22 de septiembre de 2009

Grand Champion Trophy at the Royal Melbourne Fine Food Awards






Ross Breadsell y Judy Fitzgerald son los dueños de Kuranda Candy Kitchen, una fábrica-tienda de rock-candy o caramelos hechos a mano en la que trabaja desde hace un par de años mi hijo Rodrigo, compañero de cocina durante parte del viaje que hice al sudeste asiático entre junio y agosto de este año.
Y justamente sobre ese tema, el viaje a Asia, era que planeaba escribir al retomar mi blog tan olvidado.
Pero qué va... Judy, Ross y Rodrigo están eufóricos porque acaban de ganar la medalla de oro como artesanos de los mejores caramelos de Australia en el Grand Champion Trophy del Royal Melbourne Fine Food Awards.
Entre el festival de Sabores de Venezuela en Singapur y el de Tailandia me tomé diez días para visitar a mis hijos, Fernanda y Rodrigo, y a su pareja, Gabriela, en Kuranda, un pueblo medio hippie entre bosques bastante tropicales al noreste australiano.
(Rodrigo y Gabriela son biólogos y Gabriela (Gusa) es una de las mujeres mas disciplinadas que conozco, capaz de pararse a las dos de las mañana todos los días para ir a monitorear a las ratas gigantes de cola blanca, objeto de su tesis).
Hice pocas cosas aparte de cocinarles y tratar de consentirlos pero casi todos los días visité a los carameleros porque quedé fascinada con este oficio que estaba descubriendo; cómo a punta de agua, azúcar, glucosa y calor salen estos caramelitos como de antaño, con figuras y nombres en su corazón azucarado.
Tengo absoluta conciencia de la importancia de la tecnología en todos los órdenes de la vida pero amo con desaforo muchas prácticas artesanales, no solo en la cocina. Es, como diría mi amigo Klauss Muller, la diferencia entre un mundo gris o plateado, y uno con todas las tonalidades verdes de la vida.
Para los carameleros australianos mi admiración por ese duro trabajo que a punta de músculos y calor llena de dulces sonrisas a turistas y locales. Si quieren saber mas, visiten www.kurandacandykitchen.com.
Para mi hijo, que está en la dulce espera, la admiración por su constancia. No es fácil hacer la misma cosa exactamente todos los días.

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